Los Juegos Olímpicos constituyen el evento deportivo más importante a nivel mundial celebrándose cada cuatro años en dos formatos, Juegos Olímpicos de verano y Juegos Olímpicos de invierno. En este post repasaremos la historia de los Juegos Olímpicos de forma resumida con referencia a sus principales figuras. Lo haremos a partir de una recopilación de textos nuevos y de algunos fragmentos del libro La vida es una remontada, el cual puedes conseguir ahora con oferta.
¿Qué son los Juegos Olímpicos?
Los Juegos Olímpicos son la celebración atlética que comenzó en la antigua Grecia y fue restaurada a finales del siglo XIX. Los Juegos Olímpicos de verano tienen 26 deportes con 36 disciplinas y unas 300 competiciones. En 1924 se aprobaron los Juegos de Invierno para los deportes de invierno. Incluyen siete deportes con 15 disciplinas y en torno a 80 competiciones. Unos días después de cada competición se celebran también los Juegos Paralímpicos para deportistas con distintas capacidades.
Antes de la década de 1970, los Juegos estaban restringidos a los competidores principiantes, pero en la década de 1980 se abrieron los competidores profesionales. En la actualidad, los Juegos están al alcance de todos, incluso de los mejores competidores de béisbol y fútbol. No obstante, para el origen de los Juegos Olímpicos hay que remontarse muy atrás.
Origen de los Juegos Olímpicos
El deporte en la Antigua Grecia se consolidó y causó furor. Homero en la Ilíada mencionó los juegos fúnebres en honor a Patroclo. En ellos hubo boxeo, carreras de carros, carrera a pie, lanzamiento de peso, lucha, tiro con arco y lanzamiento de jabalina. Había juegos deportivos en las diferentes ciudades-estado griegas. Hubo unos muy importantes en Delfos, llamados los Juegos Píticos, pero los más populares eran los que se celebraban cada cuatro años en Olimpia, al pie del monte Cronio. De cara a la competición, se decretaba una tregua olímpica para que los participantes pudieran viajar en condiciones de seguridad hasta Olimpia. Se cita como primera fecha de los Juegos Olímpicos el año 776 a. C, una competición con una única prueba, la carrera del estadio, donde ganó Corebo de Élide. Es el único nombre que se conserva de los ganadores de las primeras 27 ediciones de los juegos.
De la relativa multitud de juegos que se celebraban en toda Grecia, los Juegos Olímpicos eran los más conocidos. Celebrados como un reloj entre el 6 de agosto y el 19 de septiembre, suponían un punto tan importante en la historia griega que en los últimos tiempos los anticuarios calculaban el tiempo por el lapso que transcurría entre ellos: una olimpiada. Los Juegos Olímpicos, como prácticamente todos los juegos griegos, eran una pieza característica de una estricta celebración. Se celebraban para rendir homenaje a Zeus en Olimpia por la ciudad-provincia de Elis en el noroeste del Peloponeso. El primer héroe olímpico del que se tiene constancia fue Coroebus de Elis, un cocinero, que dominó la carrera a pie en el año 776 a.C. La idea de que los Juegos Olímpicos empezaron mucho antes del 776 a.C. se basa en la fantasía, no en pruebas auténticas. Como indica una leyenda, por ejemplo, los Juegos fueron establecidos por Heracles, hijo de Zeus y Alcmena.
Los Juegos Olímpicos se convirtieron progresivamente en un fenómeno social, conectado directamente con rituales religiosos de la época. De hecho, en Olimpia estaba el templo de Zeus cuya gigantesca estatua de oro y marfil, hecha por Fidias, se consideró una de las siete maravillas del mundo. Por lo tanto, la combinación deportivo-religiosa fue fundamental para elevar la cita olímpica.
Para participar en las pruebas había que constatar la condición de ciudadano griego y, en ocasiones, atletas que procedían de colonias griegas más lejanas no eran admitidos. Asimismo, numerosísimo público se acercaba hasta Olimpia para vivir las pruebas, rendir culto a sus dioses y convivir en unos días que servían para el acercamiento de pueblos y cerrar intercambios comerciales. De hecho, las praderas cercanas a Olimpia se convertían en espacios para la acampada y el alboroto, llenando de vida el lugar. En aquellos juegos de la Antigüedad, había carreras, salto de longitud, lanzamientos, lucha, boxeo, pancracio (un arte marcial mixto), carreras de carros y de caballos, pentatlón y concursos artísticos como de trompeteros, de heraldos, de canto o de actores.
En lo que respecta a las carreras, nunca se alcanzó una distancia como la de la maratón. La más esperada era la de velocidad, de 192,27 metros. Había otra de ida y vuelta denominada diaulo y el dólico, una prueba de resistencia cuya longitud no está clara. Hay quien habla de siete estadios, otras fuentes indican que doce y otras 24. También se disputaba una prueba con armamento que servía de preparación para la guerra.
Juegos Olímpicos de la edad moderna
Mucho tiempo después, cuando Olimpia parecía definitivamente perdida, cuando el mundo seguía humeando entre guerra y guerra y generar una entente cordial en forma de evento deportivo entre naciones al nivel global podía parecer una locura, los Juegos Olímpicos se recuperaron en su visión moderna en 1896.
Durante el siglo XIX hubo ya movimientos con la idea de organizar eventos similares a los de la Antigüedad. Fue todo paralelo a los descubrimientos arqueológicos realizados sobre la antigua Olimpia. Las ganas de conocer del hombre moderno propició el estudio de la zona y el espíritu de superación impulsó la actividad deportiva.
Una expedición francesa comenzó a excavar Olimpia en 1829. Aquellos trabajos fueron continuados por alemanes a partir de 1875 y se obró el milagro. Se descubrió intacta una estatua de Hermes con el niño Dioniso obra de Praxíteles.
Pero además, el espíritu olímpico revivió y hubo una persona, un noble, Pierre de Coubertin, que lo abanderó. Hizo añicos el deseo de su padre de que fuese militar para dedicarse a la pedagogía y buscó durante toda su vida la perfección espiritual por medio del deporte y la higiene. Comenzó a fundar sociedades atléticas por institutos de Francia y posteriormente daría el salto a Estados Unidos. Es el responsable de que el deporte se tomara en serio y fue él quien comenzó a soñar con una competición que uniese a deportistas de todo el mundo bajo la unión y la hermandad, sin pretensiones económicas y con el único deseo de que el ganador alcanzara la gloria. Al principio, en un mundo de pocos acuerdos, la idea de Coubertin no era atendida, hasta que en 1894, en un Congreso Internacional de Educación Física que se celebra en la Universidad de la Sorbona en París, se constituyó el Comité Olímpico Internacional.
Menos de dos años después y tras muchas gestiones políticas, el 24 de marzo de 1896, el rey Jorge de Grecia pronunció por primera vez la siguiente frase: «Declaro abiertos los Primeros Juegos Olímpicos Internacionales de Atenas». No fue en Olimpia, pero sí en la capital del mismo país, y aquel espíritu de Olimpia estaba, sin duda, presente, más cuando todavía hoy, la llama olímpica se prende a los pies del monte Cronia donde a mediados del siglo XX fue desenterrado el antiguo estadio que en los juegos de Atenas 2004 acogió la prueba de lanzamiento de peso.
El deporte ha sobrevivido a la historia y a las grandes masacres, todo en la vida es recuperable.
Los Juegos de 1896, la primera maratón y la primera maratoniana
Desde la primera edición, quedó claro que los Juegos Olímpicos modernos iban a ser diferentes a los de la Antigüedad, teniendo en cuenta que la sociedad había cambiado mucho en casi 2.000 años. Una de las principales novedades fue incorporar la carrera de maratón. La persona que la impulsó no tenía nada que ver con el deporte. Fue el filólogo Michel Bréal quien propuso a Coubertin la celebración de esta carrera y se fijó la distancia de la carrera en 40 kilómetros para homenajear la gesta de Filípides relatada por Heródoto. Bréal hizo la petición por medio de una carta que decía lo siguiente:
Dado que va usted a Atenas puede ver si podría organizarse una carrera de larga distancia de Marathon a Pnyx... Tendría un sabor antiguo... Si podemos saber el tiempo que el soldado griego había necesitado para la distancia, podríamos establecer un récord a batir... Reclamo para mí el honor de patrocinar la “copa de Marathon” para el ganador.
Finalmente, el rey George I donó la copa para el ganador de la maratón olímpica, aunque hubo algunas dificultades organizativas como trazar el recorrido definitivo teniendo que sortear el monte Pentelikon de 1.109 metros sobre el nivel del mar, ubicado entre Maratón y Atenas. Además, no se confiaba en que hubiese corredores capaces de realizar una distancia tan grande, por lo que se encargó al general Papadiamantopoulos que realizara una selección de atletas que pudieran entrenar específicamente.
Cuando el hombre se propone algo, se suele llevar a buen término y finalmente hubo maratón, aunque se quedaron ligeramente por debajo de los 40 kilómetros. En París 1924, se intentó ser más exacto fijando la prueba en los 42.195 metros actuales. Desde entonces, esa cifra pasaría a ser toda una leyenda, aunque no se trata del recorrido entre Maratón y Atenas. De hecho, proviene de una anécdota de los Juegos Olímpicos de Londres 1908. En aquella maratón, entre la ciudad de Windsor y el estadio White City de Londres, se añadieron unos últimos metros de más para que la final tuviera lugar frente al palco presidencial del estadio. Cosas de la reina.
La primera maratón olímpica: Spyridon Louis
Pero volvamos a los primeros Juegos Olímpicos. El griego Spyridon Louis ganó la primera maratón en Atenas 1896 con un tiempo de 2 horas 58 minutos 50 segundos. Fue el único de los 17 participantes, doce de ellos del país anfitrión, que corrió por debajo de las tres horas. Le escoltaron en el podio el también griego Kharilaos Vasilakos (3:02:06) y el húngaro Gyula Kellner (3:06:35). No participaron mujeres (no lo harían hasta Los Ángeles 1984) y solo consiguieron finalizar nueve atletas. Como ves, ya en esos primeros juegos sí se recogieron los tiempos de los participantes, algo que no ocurría en la Antigüedad. La carrera se disputó el 10 de abril. Tras el pistoletazo a cargo del coronel Papadiamantopoulos, la carrera transitó por los polvorientos caminos entre el pueblo de Maratón y el Estadio Panathinaiko, donde cuentan que había 60.000 espectadores que contemplaron la llegada de los atletas.
Lo que ya dejó claro la primera maratón olímpica es que en esta carrera puede suceder cualquier cosa en lo que al resultado se refiere. Spyridon Louis, conocido como "Spyros", ganó aquella carrera contra pronóstico, ya que el favorito era Vasilakos, ganador de la maratón de los Juegos Panhelénicos. Spyridon era vendedor de agua por las calles de Atenas y fue seleccionado por el coronel Papadiamantopoulos, que lo conocía de cuando prestó el servicio militar. A nivel deportivo, fue la única competición oficial en la que participó en su vida y le sirvió para ser el único campeón griego de la maratón olímpica. Spyridon Louis falleció en 1940 a los 67 años de edad.
La maratón sirvió para hacer todavía más grande el espíritu olímpico, es además la prueba que cierra el calendario y sus ganadores son considerados auténticos héroes, casi al nivel de los de la antigua Grecia a los que se les otorgaba el derecho de hacer una estatua en su honor. Fíjense que, según la leyenda, Filípides murió tras aquellos 42 kilómetros y solo nueve finalizaron la primera maratón olímpica. Como contraste, hoy en día la maratón de Nueva York tiene un récord de 52.000 participantes en una sola edición.
Primeras corredoras de maratón: Melpómene
Pero si hablamos del primer ganador olímpico de la maratón, también es justo hacerlo de la primera campeona femenina. Sin duda, las condiciones fueron muy diferentes a las de la cita griega de 1896. En Los Ángeles 1984, hubo 50 atletas maratonianas de 28 países. La atleta estadounidense Joan Benoit logró obtener la medalla de oro con un tiempo de 2 horas, 24 minutos y 52 segundos. La noruega Grete Waitz fue plata con 2:26:18, mientras que la portuguesa Rosa Mota consiguió el bronce con 2:26:57. Aunque Benoit queda oficialmente como la primera ganadora olímpica de la maratón, hay archivos que señalan que otras mujeres merecieron esa gloria mucho antes, también en los primeros juegos. El semanario El mensajero de Atenas publicó el 14 de marzo de 1896 que había una mujer que deseaba inscribirse en la maratón: «Realizó la prueba por su cuenta hace unos días tardando cuatro horas y media en recorrer la distancia que separa Marathon de Atenas. Se detuvo durante unos diez minutos, a media carrera, para sorber unas cuantas naranjas. Es una mujer de temperamento fuerte y animosa».
Aunque el nombre de aquella mujer ni siquiera se conoció, años más tarde, el historiador Taraskelas Athanasios, publicó que era Stamata Revithi, nacida en Syros en 1866. En la fecha de los Juegos Olímpicos tenía un hijo de 17 meses y era muy pobre. Distintas versiones la denominaron Melpómene, como la musa de la tragedia griega. Se habló de que tras una preparación previa de tres semanas, realizó finalmente la maratón un día después de la maratón oficial. Aunque ni siquiera se le dejó entrar al estadio para cruzar la meta, el maestro, el alcalde y un magistrado local firmaron y sellaron una acreditación con su hora de partida desde Maratón, las 8.00 de la mañana, llegando a las afueras del estadio a las 13.30 horas, según cuentan Aguilera y Rosell en su artículo La primera maratón de la historia.
¡Cuánta diferencia entre aquella legendaria Melpómene y “Spyros”! El primer ganador de la maratón olímpica recibiría numerosos honores y reconocimientos posteriores. Llegó a ser presidente honorario de la delegación griega de los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936 y, en 2004, el estadio olímpico de Atenas pasó a llevar su nombre. En cambio, el nombre de Melpómene o Stamata Revithi, que hizo la misma distancia, quedaría revocado a algunos apuntes sueltos en publicaciones que dejan muchos detalles en el aire. Imaginen ambas imágenes, la de la mujer, solitaria, sin ni siquiera poder entrar en el estadio, sin recibir ni un solo aplauso, sudorosa, sedienta y polvorienta; frente al hombre, también desgastado físicamente, pero sonriendo aclamado por la multitud, alzando los brazos al cruzar la meta, recibiendo su corona de laurel.
El crecimiento de la familia y la hazaña de Bikila
El perfeccionamiento de la maratón y la incorporación de la mujer al deporte ha ido paralelo al crecimiento de los Juegos Olímpicos. En 1924, en Chamonix, creció la familia, ya que se celebraron por primera vez los Juegos Olímpicos de invierno. Además, en 1960, se fundaron los Juegos Paralímpicos, en 2010 se disputaron los primeros Juegos Olímpicos de la Juventud de verano y en 2012 los de invierno.
Además, cada vez se han ido incorporando más pruebas y más disciplinas en una lista que permanece abierta. No obstante, hablar de los Juegos Olímpicos es también hablar de la superación de dificultades. No hay que olvidar que hubo dos momentos en los que no se pudieron celebrar los juegos. En 1916, no se disputaron por la Primera Guerra Mundial y en 1940 y 1944 no lo hicieron por la Segunda Guerra Mundial.
Además, el mundo ha visto recientemente cómo los Juegos de 2020, a celebrar en Tokio, se han aplazado a 2021 por la crisis del coronavirus. Y, aunque no ha supuesto cancelación, otro factor que ha conllevado ciertos perjuicios al deporte y a la competición olímpica, ha sido el dopaje, que ha visto como se le han retirado a muchos ganadores sus medallas. En otras ocasiones, han aparecido los boicots, como ocurriera en 1980 y 1984 por la Guerra Fría, o hasta se han investigado sobornos a miembros del COI, como los relacionados con la candidatura de Salt Lake City para los Juegos Olímpicos de Invierno de 2002.
En los últimos años, también se ha criticado el exceso de comercialización de los Juegos, acercándolos más a un evento publicitario que a una competición deportiva y alejándose de los valores originales propulsados por Coubertin, algo que afecta al deporte en su conjunto. Sea como sea, los Juegos Olímpicos, hasta la fecha, se han sobrepuesto a todo, siguen siendo la cita deportiva global más seguida en el mundo y marca los calendarios y las vidas de los mejores deportistas del planeta. El evento se ha sobrepuesto, incluso resucitando casi dos milenios después tras la desaparición de Olimpia, lo que indica que el deporte puede con todo. Por supuesto, la crisis del coronavirus, aunque haya supuesto que los deportistas hayan estado en el dique seco durante más de dos meses, parece un fenómeno menor, pero impensable tan solo semanas antes al confinamiento de la población.
Abebe Bikila
Volviendo a la maratón, uno de esos nombres propios es Abebe Bikila, el primer atleta africano que ganó una medalla de oro en los Juegos Olímpicos. Fue en Roma 1960, corriendo descalzo. En un momento de la prueba, Abebe corrió por la plaza de Porta Capena. Pasó frente al obelisco de Axum, un monumento de granito de 1.700 años de Antigüedad que procedía del país natal de Bikila, Etiopía. Los italianos lo habían llevado hasta Roma como trofeo de guerra cuando en 1937 acababan de conquistar el territorio africano y pretendían formar su propio imperio colonial fascista. Aunque tras la caída de Mussolini hubo un acuerdo con la ONU en 1947 para devolver el monumento, no se hizo nada al respecto.
Así que en 1960, Bikila daba zancadas y se erigía como el mejor corredor de fondo del mundo frente a aquel pedazo de su país. Sin duda, debió servirle de motivación, ya que no solo ganó el oro, sino que con 2 horas 15 minutos y 16 segundos, batió la plusmarca mundial. En Tokio 1964 llegó a rebajar aquel tiempo en más de tres minutos. Años más tarde, poco después de retirarse en México 1968 afectado por la altitud, se vio involucrado en un accidente de tráfico que le dejó parapléjico. Afectado por las consecuencias, murió en 1973. Solo tenía 41 años, habían pasado 13 años de la hazaña de Roma, 26 del acuerdo para devolver el monolito de Aksum, pero este siguió en aquella ciudad que le vio vencer hasta 1997, estando además desmantelado y guardado en unos almacenes del aeropuerto hasta que se aceleró su traslado y en 2008 fue reerigido en Tigray, en Etiopía, de donde nunca debió salir. Aunque el estadio de la capital, Adís Abeba, lleva el nombre de Bikila, probablemente levantar de nuevo el monolito sea el mejor homenaje que puede tener uno de los mejores maratonianos de todos los tiempos.
Grandes figuras de los Juegos Olímpicos
Los Juegos Olímpicos han dado muchos momentos de gloria a lo largo de su historia. Algunos de sus nombres más recordados de figuras de los Juegos Olímpicos son los siguientes:
Nadia Comaneci
Nadia Comaneci fue la primera gimnasta en obtener un 10 en los Juegos Olímpicos llevándose tres oros, una plata y un bronce en Montreal 1976.
Mark Spitz
Nadador que consiguió siete medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Munich 1972.
Larisa Latýnina
Gimastia originaria de la Ucrania soviética que acumuló nueve medallas de oro, cinco de plata y cuatro de bronce, la mujer que más medallas olímpicas tiene y solo superada por Michael Phelps.
Alexander Dityatin
Gimnasta ruso que hasta el récord de Michael Phelps ostentó el mayor número de medallas en una edición de los Juegos. Logró ocho metales en Moscuó 1980.
Bob Beamon
Atleta estadounidense que consiguió en México 1968 el récord mundial de salto de longitud con 8.90 metros. Hubo que hacer la medición con una cinta métrica adicional, ya que estaba fuera de la escala de medición.
Abebe Bikila
El maratoniano descalzo que ganó la maratón de Roma 1960 batiendo el récord del mundo. Revalidó el oro en Tokyo 1964.
Jesse Owens
Atleta afroamericano que en los Juegos de Berlín 1936, los del régimen nazi, consiguió cuatro medallas de oro en 100 y 200 metros, salto de longitud y relevos 4x400. En 1935, en 45 minutos, batió cuatro récords mundiales en pruebas de velocidad lisas, vallas y salto.
Bruce Jenner
O Caitlyn Jenner. Decatleta transgénero que tras dejar el fútbol americano ganó el oro en los Juegos Olímpicos de Montreal.
Michael Phelps
Michael Phelps es un ex nadador estadounidense y el deportista olímpico con más medallas, 28. Tiene 23 medallas de oro, trece individuales. En los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 ganó ocho metales de oro convirtiéndose en el máximo medallista en una sola edición igualando el récord de Eric Heiden y Vitaly Scherbo.
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