Después de conseguir ayer la medalla de oro de bádminton individual femenino en los Juegos Olímpicos de Río, es necesario reflexionar sobre el protagonismo que la deportista onubense, Carolina Marín, ha tenido en España durante los años anteriores en los que ya había sido doble campeona del mundo, y por supuesto aún antes en los que ya venía consiguiendo numerosos títulos internacionales. Tan solo hay que remontarse a unas declaraciones de diciembre pasado:
“En Indonesia es como si fuera Cristiano Ronaldo” aseguraba entre risas a Eurosport.es, mientras en España casi nadie la conocía. No obstante, en esas mismas declaraciones, contaba que todo fue algo distinto desde que se proclamó campeona del mundo: "La vida me cambió mucho a raíz de ganar el primer Mundial. Desde entonces la Televisión emite algunos de mis partidos y eso ha hecho que la gente me reconozca por la calle. La verdad es que lo noté en seguida. Recuerdo que no hace mucho fui a entrar en un edificio aquí en Madrid y el conserje se me quedó mirando y me dijo que me parecía mucho a Carolina Marín. Eso antes era impensable", explicaba la jugadora española.
Pero si era impensable en España, en otros países Carolina Marín si era ya mucho más conocida: "En Indonesia lleva años siendo bastante habitual que me reconozcan por la calle. La gente me pide fotos constantemente. Es como si fuera Cristiano Ronaldo", señala entre risas, para añadir que nada de eso “me ha cambiado porque me considero una persona humilde e igual que todo el mundo".
Sin patrocinador
Pero no hay que olvidar el camino lleno de dificultades hasta llegar a los Juegos Olímpicos. Marín perdió el patrocinador a cuatro meses de los Juegos Olímpicos que hasta ese momento era la ayuda de aceites Carbonell. "La decisión ha sido muy difícil y triste para nosotros pero la nueva situación actual ha obligado a los responsables de la compañía a replantearse la estrategia de comunicación y patrocinio. Agradecemos a Carolina su contribución hacia nuestra marca", afirmó la compañía en una nota de prensa. Era un acuerdo que ya comenzó con polémica, ya que la Federación Española de Bádminton le pidió parte de los ingresos a la jugadora.
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